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lunes, 15 de enero de 2018

Riesgos Psicosociales: Algunas estadísticas


Aun cuando esta no es una muestra representativa de la población trabajadora chilena y los resultados no son necesariamente válidos para Chile, las cifras que presentamos muestran algunos elementos interesantes. El principal de ellos es que se consolida la situación, ya observada en los resultados de 2015, que los lugares o centros de trabajo más pequeños (menos de 26 trabajadores) tienen un menor riesgo psicosocial. Un 63,6% de los lugares con menos de 26 trabajadores tienen riesgo bajo, pero solo un 28,4% de los lugares con más de 500 trabajadores. A la inversa, el riesgo más elevado se concentra en los lugares de trabajo con mayor cantidad de trabajadores. La prevalencia de “riesgo alto” es mayor (10,4%) en los lugares de más de 500 trabajadores, mientras que los lugares con menos de 26 trabajadores muestran una prevalencia de “riesgo alto” de solo un 2,7% (chi cuadrado significativo; p < 0,001). El riesgo bajo, para los lugares de trabajo pequeños, se concentra en las dimensiones 2 (“Trabajo activo y posibilidades de desarrollo”) y 1 (“Exigencias psicológicas”). Esto puede indicar que en estos lugares los trabajadores tienen un mucho mayor control de su trabajo y las exigencias probablemente sean más ajustadas a las capacidades individuales. Hemos propuesto que esta diferencia puede deberse a que en los lugares de trabajo pequeños existe una relación mucho más personalizada con los jefes y/o dueños (que en la mayoría de los casos coinciden en la misma persona). Esta relación se pierde en los lugares de trabajo con más trabajadores y probablemente empeoren los factores psicosociales. El otro elemento interesante se refiere a las áreas económicas que concentran el “riesgo alto”. El área que concentró una mayor prevalencia de “riesgo alto” fue la de servicios de alojamiento (hoteles) y comida (incluye restaurantes tradicionales y de comida rápida, y servicios de comida industrializada), con un 10,3%. Una siguiente categoría incluye minería, salud humana, enseñanza (incluye todo tipo de enseñanza, desde la parvularia hasta la universitaria y la de capacitación), y electricidad, gas y combustibles, con una prevalencia de “riesgo alto” entre 5,3 y 6,2%. Por otra parte, salud humana y enseñanza tienen una prevalencia de “riesgo alto” más o menos elevada (5,8 y 5,3% respectivamente), lo que es esperable porque prestan servicios directos a personas, y este tipo de servicio suele concentrar mayor riesgo psicosocial. Es llamativa la condición de la construcción, con una baja prevalencia de lugares en riesgo alto (1,3%) y una alta prevalencia de lugares en riesgo bajo (71,3%). Este fenómeno, para el que no tenemos una hipótesis definida, debiera ser estudiado. En el cuestionario versión completa, tal como en 2015, las mujeres muestran peores condiciones que los hombres. En primer lugar, el riesgo (odds ratio) de ser un caso de salud -tener dos o más desviaciones estándar por debajo de la media chilena (Olivares, 2005)- es desfavorable para las mujeres.

En segundo lugar, la mayor parte de las subdimensiones de riesgo psicosocial muestran OR desfavorables y significativos para las mujeres. En particular el riesgo alto en la subdimensión Preocupación por las tareas domésticas muestra el OR más elevado para las mujeres (OR = 1,59), lo que indica una clara diferencia de género respecto de las labores relacionadas al hogar. También la subdimensión Exigencias emocionales muestra un OR significativo entre riesgo alto y género femenino (OR = 1,29), lo que podría explicarse porque las mujeres suelen tener con más frecuencia ocupaciones de servicio que implican mayores exigencias de esta naturaleza. Pero hay que agregar que en la mayoría de las subdimensiones los OR son significativos para las mujeres, por ejemplo, en las subdimensiones Influencia (posibilidad de controlar el propio trabajo), Control del tiempo, Posibilidades de desarrollo, Calidad de liderazgo, Claridad de rol, Relación con los superiores y con los compañeros. De estas, los OR más elevados son Influencia (OR = 1,20), Control del tiempo (OR = 1,12), Posibilidades de desarrollo (OR = 1,18) y Calidad de liderazgo (OR = 1,13). 

Estas subdimensiones muestran que las mujeres se encuentran en una posición de mayor sometimiento en el trabajo, con escasa latitud de decisión -en la terminología de Karasek (1979)-, con peores condiciones de liderazgo y posibilidades de desarrollo que los hombres. Lo anterior refuerza lo observado en los resultados de 2015, mostrando más evidencia que las diferencias de género no solo se dan en el ámbito de la doble presencia, sino que más bien se trata de un problema amplio para las organizaciones y que debe ser abordado desde un espacio organizacional que aborde las 5 grandes dimensiones de riesgo. Notemos una vez más que, aunque las cifras son interesantes, una debilidad de estas es que los cuestionarios no fueron aplicados a través de un muestreo aleatorio o probabilístico, de manera de ser representativos de la población trabajadora chilena. (Fuente: SUSESO).

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